El amor de Elizabeth Palmeiro y Ramón Labañino crece
desafiando la distancia y es para ambos un arma más contra la injusta condena
impuesta a Ramón, la manipulación de su causa y los vejámenes que ha vivido en
estos 13 años en cárceles de Estados Unidos.
La fortaleza de este amor: Elizabeth, es la motivación para conversar con usted
en tan significativo día ¿Cómo rompen ustedes los barrotes que los separan?
“No hay barrotes, ni muros, que el amor no lo pueda, superar
romper, traspasar. Porque precisamente es la fuerza que mueve muchas acciones
de los seres humanos, es la motivación de los seres humanos a luchar por su bienestar
y por el bienestar de su raza y de la existencia humana.
“Para nosotros ha sido muy difícil todos estos años de
separación de Ramón para las niñas, para mí, porque él es el centro, el horcón
de la casa, a pesar de las prolongadas ausencias, siempre ha estado al tanto de
todo. En las medidas de las posibilidades entre encierro, el hueco, situaciones
difíciles en la prisión… Nunca hemos dejado de estar comunicados como con una
especie de telepatía o algo parecido.
“Hemos vivido momentos muy importantes de nuestras vidas y
la de nuestras hijas. Lo hemos podido superar en gran medida gracias a la solidaridad
de nuestro pueblo y de muchos amigos en el mundo y en país como ustedes: los manzanilleros,
los granmenses...
Ramón es un hombre lleno de amor y solo de amor y a pesar de
las condiciones difíciles que ha vivido, esa capacidad no ha disminuido, al contrario
crece. Por estos días nuestra hija más pequeña Lisbet cumple 15 años, y él
desborda más amor, interesado por todo los detalles de su fiesta. Ella también
llega a esta edad sin tener a su papá a su lado”.
¿Imaginaba usted que
su amor por Ramón devendría en sacrificio, altruismo y espera?
“Nos conocimos, como muchos enamorados en Cuba, en una parada de la guagua en
el Vedado, y a partir de ahí surgió una amistad muy bonita, compartiendo los
mismos gustos, el teatro, el cine, el malecón, que después se convirtió en
amor. Apenas nueve meses llevábamos de novios cuando me pidió que nos casáramos
y sellamos nuestro matrimonio el 2 de junio de 1990.
Los primeros años me entrené como madre con la pequeña hija
de Ramón que pasaba los fines de semana con nosotros, después vinieron nuestras
hijas que nunca han vivido prácticamente con Ramón, sacando la cuenta, Laura tiene
ahora 19 años, arrestaron a Ramón cuando ella tenía 6 años y Lisbet un año, ya
va cumplir 15. Nunca dejamos atrás por la distancia, ningún plan personal ni
familiar de nuestra vida en común.
“Ramón venía poco a Cuba antes de que fuera arrestado debido
a la peligrosidad de su misión, que yo desconocía, pero me imaginaba que algo importante
podía estar haciendo cuando él se lo alejaba tanto tiempo de la casa, pero aun
así tome el reto de no aplazar la posibilidad de tener nuestros hijos, pues él
siempre iba a estar cerca, nos iba a estar acompañando, aunque fuera en mi
mente y en mi corazón.
“Para las niñas también ha sido un reto no estar con su papá
y saber que él a pesar de estar lejos de ellas, está al tanto de lo que hacen,
de los logros, éxitos, penas y pérdidas, de todo...
¿Cómo crece ese amor en las esporádicas visitas a la cárcel
en estos 13 años de injusta prisión?
“En esta larga espera las visitas han sido un promedio de una vez al año, por
suerte, y nosotros aprovechamos el tiempo lo más que podemos, no nos lamentarnos
del poco tiempo que tenemos, que no podemos besarnos y abrazarnos las veces que
quisiéramos, que no le podemos llevar nada.
Sencillamente hacemos el esfuerzo
mayor para disfrutar las horas al máximo, dejando las carencias espirituales que
tenemos fuera de la prisión con la esperanza de que se haga la justicia y ellos
regresen a Cuba.
¿Qué es el amor para usted?
Es el amor hacia Ramón, es eso que hago todos los días: ser
digna de lo que él representa para todos, no solo para mi familia sino para el
pueblo. “El amor hacia él es serle incondicional y defenderlo en todas las tribunas,
el amor es también llevar adelante nuestra familia.
“El amor es tratar de no derrumbarme ante tanto sufrimiento por su ausencia, la injusta condena a que es sometido, las manipulaciones que se hacen de la causa que defiende, es no dejarme derrumbar porque él me necesita”.